Era la víspera del día 13, bueno una víspera anticipada para Carol, el último viernes antes de que empezase el instituto. No tenía ganas de empezar, solamente de ver a Inés diariamente. Y hoy había tenido un poco de suerte.
Carol llegó muy temprano, antes de la hora en que había quedado con sus amigos, por si veía a su profesora, y se cumplió su deseo. Inés junto a dos profesoras más, cruzó el paso de peatones que separaba el colegio de un bar, y enseguida se reconocieron y se pusieron hablar, dejando las otras dos compañeras a profesora y alumna solas.
-Hola Inés, ¿qué tal?
-Bien, ¿qué haces por aquí?
-Esperando a una amiga, vosotras trabajando ya... ¿Sabéis algo ya de las tutorías o algo?- preguntó Carol para seguir hablando con ella.
- ¡Qué va! Nos lo dirán ahora, o el lunes, como bachillerato empieza después... Bueno, me voy. Adiós.
-Adiós Inés.
Carol volvió a entrar con una amiga en el colegio, y volvió a verla. Inés estaba hablando con una mujer, una madre de algún alumno suyo, o una amiga, pero Carol tenía la frase preparada y no pensaba dejar escapar la oportunidad.
-¡Qué guapa estás Inés, es muy bonito el vestido!
-Muchas gracias Carol- respondió Inés riéndose complacida.
Carol ese día estaba de suerte, volvió a ver a su querida profesora, y le preguntó sobre sus hijos, que ambos estaban perfectamente. Se volvieron a ver en dos instantes fugaces, donde ambas se miraban, se reían y se decían adiós con una alegría desbordante.
Esta vez Carol se fue sin lágrimas ni regalices, sino más feliz que una perdiz.