22 de diciembre de 2010

23. Día de confesiones y adiós.

Carol le dijo varias veces a su profesora que necesitaba hablar con ella, y quedaron en contarse el lunes en la hora del recreo, pero claro, Inés se olvidó, como siempre... y tuvo que ir Carol a buscarla, y al verla, con el tono de sorpresa propio suyo le dijo: Carol, se me olvidó que habíamos quedado, cuéntame.
La joven empezó un poco ausente, molesta, ida... pero no podía, se iba desahogando de todos sus problemas. Notas bajas. Falsas amigas. Insultos de todos. Peloteo hacia su profesora. De todo un poco. E Inés la escuchaba, no te voy a decir que no, y le daba sus consejos, pequeños consejos que Carol acataría como si fuese una orden. Y no duró mucho, o eso le pareció a ella. Inés se marchó, sin recibir de buenas maneras las gracias de su alumna, y Carol se marchó a su clase, a la que llegó un poco tarde, pero valió la pena.
Pasaron algunos días, y la rutina continuaba, algunos incidentes pasaron, pero no nada que no pudiese arreglarse, y llegó. El día 22. Libres, vacaciones.
Carol subió, bajó y buscó por las escaleras a Inés, y como no, la encontró en su clase, la última como siempre.
-Inés, hola, me vengo a despedir que nos vamos ya.
-Hola Carol, pues nada, feliz Navidad y Año Nuevo, a pasárselo muy bien y a disfrutar.
-Igualmente en todo, a descansar que nos lo merecemos.
-Ven, dame dos besos.- le dijo a Carol cuando terminó de recoger sus cosas.
-Que te regalen muchas cosas los Reyes Magos.- le respondió Carol después de tal gesto de cariño. No sabe que es mejor, si que Inés no le haga caso, o le de un poco de cariño que al fin y al cabo, no significa nada, pero que le hace sentirse entera por un momento, para luego después, recaer, y sentirse una idiota.
Se volvieron a ver varias veces más a lo largo del día, hasta el adiós definitivo. Sí, hasta el año que viene no la volverá a ver.

21 de diciembre de 2010

La vida es injusta.

Ayer, por enésima vez en la vida,
me demostraron que no merece la pena luchar por animar a la gente,
por hacer el bien, o, simplemente,
por alegrar la vida de los demás haciendo un poco el bien.
La vida no es justa, aprended de esa frase, os evitará muchos problemas, creedme.
Además, cuando te has esforzado por ellos, cuando quieres que todo salga perfectamente,
pam, llega alguien y te rompe, te estropea con unas palabras la ilusión con la que habías realizado el esfuerzo.
No sirven las lágrimas, escucha, más vale luchar que llorar.

Pero luego, luego me demostraron (con un poco de sabiduría e ironía)
que no todo es así.
"¿Sabes Claudi? Ahora, aquellos que se han fugado les darán un premio, vosotros que habéis realizado una buena causa, os echan el sermón. Pero esto tiene un punto bueno,
cuando crezcas te darás cuenta de todo lo que has tenido que afrontar y lo que has sufrido por ser buena, y no, no así desaparecerán las buenas personas, sino que serán fuertes,
habrán conseguido una coraza para luchar contra todo lo que se les venga encima, y así,
seguirán haciendo feliz a la gente, con sus buenas acciones.
No dejes de ser una buena persona, y Claudi, deja de llorar por esto, no hay muchas personas como."

19 de diciembre de 2010

22.Galletas de coco.

Carol seguía yendo, ya como si de un ritual se tratase, a ver a Inés miércoles y jueves los cinco minutos antes del recreo.
Durante toda la semana, Carol y sus amigas habían estado planeando el cumpleaños de Clara, un sinfín de sorpresas, amoríos y más sorpresas en las que todo el mundo estaría implicado. Ese día, tan feliz para todas, jubiloso, jocoso, alegre, cantarín, fistero, divertido... Todas sonrieron cada segundo del día. Cayó en jueves, y a pesar de haberse opuesto a sus deseos, Carol acabó por ir a ver a Inés otra vez, sólo que iba acompañada por la cumpleañera, persona que se preocupa por la felicidad de los demás incluso en el día de su cumpleaños, y llevaba una bolsa con dulces, galletas y un par de velas para un pequeño picnic en la hora del recreo.
Lo primero fue el saludo y la explicación de tanto viaje y tanta fiesta.
-Inés, es el cumpleaños de Clara hoy.
-¿Sí?Muchas felicidades -dijo Inés dándole dos besos a la cumpleañera.
-Sí, ahora vamos a celebrarlo en el patio, llevamos un pequeño picnic en la bolsa- respondió levántandola.- Yo le he traído una sorpresa, unas galletitas, ¿quieres una?
-Vale, gracias, así como algo que hoy no me he traído nada.
Carol, ayudada por Clara sujetándole la bolsa, empezó a rebuscar entre las barritas de chocolate, y las galletas envueltas, sacó un tape con unas veinte galletas. Lo abrió y le ofreció una a Inés, primer ofrecimiento por parte de la alumna que la profesora acepta sin rechistar. Inés la probó, la saboreó, y de buen grado, educada y concienduda de ello, dijo que estaba muy ricas.
-Las he hecho yo. -respondió Carol.
-¿En serio?Creía que eran compradas, pues están muy buenas. Eres buena cocinera, a mí también me gusta mucho el tema de la cocina, pero ahora no tengo tiempo. Haber si me puedes traer la receta que las intente hacer.
-Vale, me alegro que te gusten, yo te la traigo. Nos vamos a la fiesta. Adiós.
-Pasároslo bien.-respondió Inés aún con la galleta en mano, un regalo que se queda en el cuerpo, presente en el corazón.

16 de diciembre de 2010

Se está mal. (Algunas frases pertenecen a F.M)

Cuando estás mal, cuando lo ves todo negro, cuando no tienes futuro, cuando no tienes nada que perder, cuando... cada instante es un peso enorme, insostenible. Y resoplas todo el tiempo. Y querrías liberarte como sea, de cualquier forma. Sí, ese día hubieras querido encontrar a uno de esos magos, colocar un pañuelo sobre una paloma recién aparecida y paf, de repente ya no está. Ya no está y basta.
Te gusta que te digan palabras bonitas, que te toquen y te transmitan calor, sentir una persona amiga al lado, el cariño que sientes que sea correspondido. Te gusta que te abracen, que te comprendan, que te feliciten, que te animen, que te quieran...
A veces te sientes más cómodo con una persona que no conoces, hablas de ti con mayor libertad. Te sinceras. Quizá porque no te interesa su opinión. Quizá porque sabes que no la vas a volver a ver, se olvidará de ti en el segundo en que la pierdas de vista. Le cuentas, te explicas, sin remordimientos. Pero a veces se está mejor con los amigos, las personas especiales, con los que desahogas, con los que explotas, con los que puede incluso no necesitar palabras, sino solamente una mirada y unos pocos gestos. Una mirada con la que comunicas que estás llena de felicidad, o que un poco más y te desplomas de la tristeza. Unos gestos con los que demostrar cuanto quieres a esa persona. La quieres tanto que es absurdo, que echas de menos, que es bonito aunque esté desafinado, que es una locura...
Demostrar lo que sientes. ¿Cómo lo demuestras? ¿Cómo demuestras que no hay vida en otros planetas? Es igualmente de complicado, o más, pero lo intentas, empiezas con unas ganas que te comes el mundo, pero luego, pum, caes del paracaídas y el mundo te come a ti. Mucha gente te lo dice, no merece la pena, va a acabar contigo tanto esfuerzo sin compensación, pero tú sigues, continúas, esperando que el resultado no sea tan injusto como es la vida, aunque no esperas mucho más de lo que te ha demostrado.
Has tenido un año, lo has aprovechado como has podido, ahora empieza otro nuevo, diferente, distinto. 2011. Nuevos deseos, nuevas aficiones, pero las personas más importantes siguen ahí. Empieza otro año para demostrar lo que sientes, busca una nueva forma.... Y paf, vuelve a subir de ánimos para comerte el mundo, hasta que te demuestre lo contrario, nada es imposible, hay tiempo, y cariño...

12 de diciembre de 2010

Anne

Anne caminaba bajo la luz de la Luna llena y las diminutas estrellas. Las calles de Londres, sin ciudadanos vagabundos ni sonámbulos deambulando por ellas, Anne se sentía una extranjera en aquella ciudad que la conocía desde los 3 años que su familia se había mudado allí en busca de trabajo en medio de la época de la Revolución Industrial. Ahora ya, con casi 17 años cumplidos, la muchacha solía caminar en las noches de luna llena para conocer la parte oscura de la capital de Inglaterra. Aunque bajo la luz de las brillantes estrellas de esa noche, no tenía nada de oscura.
Para conocer a Anne, no hacía falta visitar su pequeña casa en las afueras, ni conocer los pocos estudios que poseía, ni ver a su familia destrozada... Teníais que ver su sonrisa, brillaba más que la estrella polar, deslumbraba más que la luna en su máximo esplendor. Destacaba el carmín de sus labios, que junto con la dulce voz que desprendía la hacían la mujer con la boca más perfecta, además su corto pelo rizado, a veces recogido en una pequeña coleta que para los que la conocían, aún se sentían incómodos al verla con ella, y muchas veces no podían evitar posar su mirada en ella, y no le faltaban admiradores, pero Anne no quería nada más que una Luna que la cuidase, y una estrella que la guiase.
Sin embargo, las manos de Anne estaban duras, con arrugas y arduas de tanto trabajar, era indispensable la ayuda de todos los miembros de la familia para poder sobrevivir en aquella penuria sin condiciones sanitarias ni de higiene para las clases más pobres. Las uñas las presentaba rotas y sucias, llenas de tierra. La palma de la mano estaba repleta de cicatrices y arañazos, algunos aún con el color rojo de haber surgido en el más cercano presente. A pesar de ello, Anne, un día al mes si sus pequeños ahorros se lo permitían, viajaba un poco al este de la ciudad, y en un pequeño arroyo, hundía sus manos en el agua, y las dejaba en remojo tanto tiempo como considerase que la vuelta la realizase con la luz del Sol. Las manos, de todas formas, no la hacían perder ni pizca de la belleza que poseía.
Claro que sí, lo que le hacía destacar, considerarse fuera de su época, lo que la impulsaba a sobrevivir, era la fuerza de su locura, su amor por la naturaleza, su risa en las calles, las lágrimas en los ojos de las personas que la miraban, el corazón palpitando en el corazón de cada chico que se fijaba en su belleza, la fuerza con la que realizaba cualquier deseo que se le presentase en su mente, la valentía con la que demostraba al mundo que éste puede cambiar, y el amor que le tenía a los paseos bajo la luna llena... Era una locura que muchos la consideraban bruja, ella se consideraba ÚNICA.
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Muchas gracias por el premio Blanca, eres encantadora.

5 de diciembre de 2010

Vian las personas hipócritas


Para cuando la vida te de mis vueltas, escuches en tu mente "vaya mierda, no sirvo para nada y todo el mundo está en contra mía", mira el lado positivo, gracias a esas personas, esas personas que abundan en el mundo, las hipócritas, las falsas, las que únicamente buscan problemas... gracias a ellas, encontramos a las personas que de verdad importan y queremos en nuestra vida, las amigas verdaderas, las que nos dicen la verdad y nos hacen llorar, pero nos consuelan, las que nos apoyan, las que nos quieren.
¡Vivan las personas hipócritas que sólo saben hacer daño!