30 de agosto de 2010

13. A punto y con su ayuda.

Carol conocía bastante bien a Clara, con la que se pasaba horas hablando de lo que fuese. Ya estuviesen cada una en una punta, se llamaban y hablaban horas, o sino, para eso estaba el Internet. El tema que más abordaban era el que cada una sentía, el cariño hacia otra persona.
Clara daba muchos consejos a Carol sobre su relación con Inés, cuando estaba deprimida llegaba Clara con una sonrisa, unas palabras bonitas y hacer que Carol se olvidase, o se desahogase. Carol lloraba y Clara la consolaba. Luego, daban la vuelta a la tortilla y era Carol la que ayudaba a Clara, eran, y nunca mejor dicho, como el Sol y la Luna.
Carol estaba emocionada, radiante y llena de ilusión porque quedaba nada para el día uno, en el que ella planeaba ver a Inés. Carol la animó, le dijo que se expresase con totalidad, que hablase, que no se quedase con ganas de decirle lo mucho que la quería, aunque los demás pensasen mal, no era de su incumbencias y ella se merecía lo mejor.
Clara le explicó que debía regalarle algo, porque es con hechos con lo que se demuestra el cariño, y así fue. Carol le compró un detallito, le costó lo suyo pero merecía la pena. Ahora Carol volvía a necesitar a Clara. Carol quería describirle por primera vez a Inés el cariño que le tenía. Decírselo, contárselo, sin remordimientos ni miedos. Y necesitaba los consejos de Clara.
Y para más inri, Clara le haría el favor de acompañarla ese día, para que Carol tuviese cerca una mano amiga.
Dicen que montar en bici nunca se olvida,
ni tampoco nadar.
Pero, ¿amar? ¿Se olvida amar?

27 de agosto de 2010

¡Ayuda!

Necesitamos ayuda, porque somos egocéntricos que sólo queremos ser el centro de atención, porque necesitamos expresarnos, porque así somos nosotros mismos, o porque fantaseamos un poco sobre como queremos nuestra vida.
Estamos mal porque lo estamos y así nos sentimos, o porque es la única manera de que nos atiendan, porque así nos cuidan y nos protegen... ¿Por qué decimos que estamos mal, y no que estamos bien?

25 de agosto de 2010

Odio todo lo que tiene que ver con la indecisión, vamos, toda mi propia vida.

¿Por tanta felicidad nos rompemos?

La felicidad es lo que todos deseamos... Leí por ahí que esta alegría es la que nos llena, nos satisface, pero también la que colma el vaso de agua y ésta se cae, se desborda. Nos inundamos.
Anoche recibí una maravillosa noticia, a mí no me incumbía, pero es de esas cuando te alegras por el prójimo. Ella estaba ilusionada por la novedad, yo maravillada por ella.
Pero, cuando casi me venció el sueño, me acordé de las personas que no tienen esta felicidad,ni siquiera una milésima parte, y me odié por yo poseer en ese momento tanta.
Esa sensación de tener tanta felicidad y pensar que te vas a romper. Y te odias por ello.

23 de agosto de 2010

12. Recuerdos.

Carol se ha pasado parte del verano aburrida, y la otra parte acordándose de Inés. De ella, de sus vacaciones, de sus niños, de su hermana, de la vuelta a Septiembre y de cómo sería ésta, si se acordaría o no de ella al igual que antes.
Todos los días, en la playa, en su ciudad natal o en una mínima parte de su pueblo, Carol encontraba cada detalle que asociaba a su cariñosa profesora. En el hotel conoció a una muchacha que se llamaba Inés, ya sólo el detalle le revolvió y se emocionó, pasándose toda una semana acordándose de Inés cada vez que veía a la muchacha, lo cual no le ayudó mucho.
Se acordó de ella la vez que todo el mundo salió a la calle a disfrutar de la victoria de España en el mundial. Carol vio esa noche a Ana, la hermana de Inés, y se preguntó cómo lo estaría celebrando ella. Carol se marchó pronto a casa esa noche.
Carol recordó a Inés el día en que bajó a la biblioteca, y le recomendaron dos libros. Uno de ellos parecía estar bien al leer la sinopsis, el otro le recordó a su cariñosa profesora. El libro trataba sobre las matemáticas, y Carol no dudó en que ese sería el libro especial del verano. Se lo llevó a casa y tardó día y medio en leerlo. Al terminarlo pensó en Inés.
Ya llevaba mucho tiempo Carol sin pensar demasiado en Inés cuando soñó con ella. No ocurría nada especial,solamente Carol salía del colegio y veía a Inés fuera, pero la imagen era tan real, tan cercana... Era la Inés exacta de como ella se acordaba. Se levantó asustada, y con lágrimas en los ojos. Tardó bastante en dormirse de nuevo.
A día de hoy, Carol sueña con ella todas las noches y siempre hay algún momento del día en que piensa en ella. Está deseosa de que llegue el día uno de septiembre.

(Sí para quienes pensaban, al igual que yo, que Carol no iba a volver, aquí está, se ha colado entre las entradas para hablaros un poquito, y me ha dejado una notita de que pronto volverá a hacernos una visita. Espero que os guste.)

22 de agosto de 2010

Chiflados estamos todos.

Saltar por el acantilado es lo menos que un loco puede hacer.
Este mundo no es corriente, y nosotros tampoco somos humanos comunes. Sino unos humanos locos e incoherentes.
Somos chiflados sin sentido en busca de un amor incomprendido, una familia ausente, o letras perdidas en el universo. Muchos mueren sin encontrar el final, otros ni siquiera el principio, y la minoría con una sonrisa en la cara, aunque sea maléfica.
(Si Dionisio, esto va para ti, para que sepas que todos somos chiflados, y que, esto del blog, sirve para mucho más que para escribir. Enhorabuena por tus textazos y espero que me dejes seguir leyéndote. Un buen abrazo)

20 de agosto de 2010

Adiós quitamanchas


No sólo sirven las letras en este mundo.
Hay más cosas que el saber y la obligación.
En el colegio te enseñan los símbolos de matemáticas y todas sus fórmulas, las partes del cuerpo humano y cómo se comporta nuestro cuerpo, nos enseñan fechas y acontecimientos del pasado que a los dos días olvidamos, aprendemos a movernos, a dibujar, hablar en diferentes idiomas... Incluso alguna que otra vez nos pueden decir que el mundo es azul, o verde o de todos los colores de la paleta; que estén llenos de vida y que se puede disfrutar. Pero esto sólo ocurre a veces.
Nos preparan para nuestro futuro académico, no para nuestra vida con alma y corazón.
Tú mismo debes aprender que el cielo es azul por el mar, que la hierba es verde por la esperanza de las flores, que los colores se mezclan y surge la alegría,
que si quieres estar triste llora en el océano, y si quieres sonreír sube a las nubes, toca el sol y canta con los pájaros. Tú debes enseñarte que el miedo está en el corazón, que los ojos bien pintados son los que enamoran, que el corazón no es rojo ni tiene esa forma, sino que se transforma según lo que sientes. Debes asimirlar que no vale estar pulcra y ser delicada todos los días, sino que es mejor pintarse la cara y las manos y salir a tomar el sol, disimula con un poco de colores fuertes los problemas, y olvidarse del quitamanchas, ya saldrán solas cuando quieras.

19 de agosto de 2010

La autoestima crece.


La autoestima crece y decrece. Según nuestro humor. Hay ciencias que la estudian. Existen estadísticas que la evaluan y guardan los datos.
Hay fómulas para aumentar nuestra autoestima, pero también para disminuirla, y decir que estas son más abundantes.














Cuando alguien te llama, te crece.
Cuando alguien te hace daño, te disminuye.
Cuando alguien se preocupa por ti, te aumenta.
Cuando alguien te hace llorar, te empequeñece.
Cuando alguien te quiere, te crece.
Cuando alguien te odia, te disminuye.

Marta se subió a la báscula, pesó un "eres guapa". Otras veces pesaba "tu sonrisa es hermosa", "vive lo mejor", "disfruta", "necesitas un poco menos de belleza" o cosas por el estilo. Pegado a la pared, a la altura de la cabeza había un termómetro, y el mercurio cada día subía más, la sonrisa de Marta se calentaba y su autoestima nunca descendía. A ella le gustaba esa báscula, y no la que su madre usaba siempre y salía cada vez enfurruñada y triste del baño. El termómetro de su madre estaría bajo cero, seguro.

18 de agosto de 2010

La soledad de los números primos

Los números primos sólo son exactamente divisibles por 1 y por sí mismos. Ocupan un sitio en la infinita serie de los números naturales, y están, como todos los demás, emparedados entre otros dos números, aunque ellos más separados entre sí. Son números solitarios, sospechosos, y por eso encantaban a Mattia, que unas veces pensaba que en esa serie figuraban por error, como perlas ensartadas en un collar, y otras veces que también ellos querrían ser como los demás, números normales y corrientes, y que por alguna razón no podían.[...]
En primer curso de la universidad había estudiado ciertos números primos más especiales que el resto, y a los que los matemáticos llamaban primos gemelos: son parejas de primos sucesivos, o mejor, casi sucesivos, ya que entre ellos siempre hay un número par que les impide ir realmente unidos, como el 11 y el 13, el 17 y el 19, el 41 y el 43. Si se tiene paciencia y se sigue contando, se descubre que dichas parejas aparecen cada vez con menos frecuencia. Lo que encontramos son números primos aislados, como perdidos en ese espacio silencioso y rítmico hecho de cifras, y uno tiene la angustiosa sensación de que las parejas halladas anteriormente no son sino hechos fortuitos, y que el verdadero destino de los números primos es quedarse solos. Pero cuando, ya cansados de contar, nos disponemos a dejarlo, topamos de pronto con otros dos gemelos estrechamente unidos. Es convencimiento genreal entre los matemáticos que, por muy atrás que quede la última pareja, siempre acabará apareciendo otra, aunque hasta el momento nadie pueda predecir dónde.
Mattia pensaba que él y Alice eran eso, dos primos gemelos solos y perdidos, próximos nunca juntos.
La soledad de los números primos, Paolo Giordano.
Yo, amante de las matemáticas, y con el deseo de llegar a ser algo en este ámbito, digo que me ha encantado este libro, os lo recomiendo, y por si acaso odiais las matemáticas, os explico que este libro nada tiene que ver con ellas, sino con un amor que no se consigue, un amor extraño y cariñoso.

Chocolate

Un buen helado de chocolate, no pienses que engorda, sólo que te quita las penas.
¿Por qué será? El azúcar se nos subirá a la cabeza,
y las hormonas organizarán una fiesta.

16 de agosto de 2010

Nunca no es nunca

Nunca había llorado en una despedida. Sí que son duras, y mucho, pues son muchas las que he esperimentado, aunque a esto una nunca se acostumbra, y son bastantes las personas a las que quieres, y dices adiós. Algunas sabes que por mucho que no quieras, es un adiós para siempre; y otras que son para un año, o un tiempo indefinido en que algo del amor se pierde.
Pero, a pesar del dolor nunca había llorado. Y es que nunca se puede decir nunca.
Despedirse de una prima segunda, una niña riquísima que sabe a chocolate negro que es muy bella, con sus rizos de tirabuzones, que a veces te pega, pero luego te da besos llenos de nata y abrazos con sirope de fresas. Despedirse de un niño, de esta chiquilla, pues como que no es fácil, menos si sale corriendo detrás de ti, llorando queriendo venir contigo, y tú intentas tragarte un segundo más tus lágrimas. Te quiere, te abraza, te besa, y te dice bien alto te quiero prima, y una no puede hacer nada.
Nada excepto huir durante un año más, esperar a que cumpla cuatro veranos y ganarte su cariño otra vez. Luego ya las lágrimas salen solas.
Entonces, ya no es un nunca.
Si el alma no te cabe en el cuerpo, que salga por los ojos.

15 de agosto de 2010

Las estrellas siempre han sido los ojos de quien no tienes delante, pero los tienes en el corazón, y los sientes noche tras noche.

12 de agosto de 2010

11. Verano

Bajaba todos los días. Ya podían ser las once o las dos, que iba y si coincidíamos, una moneda a la fuente por la buena suerte; y si no, volvía al día siguiente.
Solíamos vernos al final en el porche, Carol sentada y yo con las prisas de llegar, pero siempre encontrábamos unos minutos para las novedades. Pero peor fue el día de las notas, hubo problemas con todas las máquinas, y retrasos en todas las áreas, por lo que eran las doce y todavía no nos habíamos vuelto a casa, habiendo empezado a las diez.
Sin embargo, Carol estuvo esperándome un rato a las afueras de mi tutoría, con un amigo y charlando con otra compañera hasta que yo terminase, porque fue verme salir y se acercó a mí para la despedida que ella no deseaba pero ahí estaba.
-Hola Inés.
-Ay Carol dame dos besos, y enhorabuena por esas notazas, aunque ya lo sabíamos ¿no?
-Sí... - se le notaba la tristeza en la voz, la mirada y el corazón.- Bueno Inés, yo venía a despedirme ya... Te echaré de menos.
-Yo también Carol.
-¿A quién le voy a contar mis problemas, o quién leerá mis textos y la marearé tanto?- dijo con un poquito de alegría.
-Pues a mí, yo voy a seguir estando aquí,cuando quieras algo me buscas, y nos veremos por el pasillo...
-Feliz verano- fue lo único y último que pudo decir.
Se fue, bajando las escaleras solitarias hacia un verano de viajes, de salidas, pero sin su profesora, sin su Inés. Pero lo más importante, sin decirle lo importante que era Inés para ella, el cariño que sentía. Se quedó con el sentimiento en el corazón, ideando planes para un futuro septiembre, sin ella, sin su cariño. Ya Inés no estaría en las Matemáticas de Carol. Habrá de esperar tres meses para saber si por lo menos lo está en su tierno corazón.

9 de agosto de 2010

10.Atisbo de esperanza e ilusión

Esa mañana, a pesar de que fuese más corta con menos horas, se hizo muy muy larga y aburrida. Además pocos eran los que estaban alegres, ni siquiera sonrientes. El final del curso significaba despedidas, y puede que a muchos de tus amigos no los volvieses a ver, el verano eran tres meses de los que muchas amistades pendían de un solo hilo. A muchos alumnos vi llorar, otros los consolaban y se tragaban ellos sus lágrimas. Pero este día a su vez, hacía que los adolescentes saliesen a disfrutar de su primer día de libertad, dormían o corrían, salían de fiesta, a comer a celebrar...
Solamente había visto a Carol de refilón esta mañana, unas pocas palabras, pero la sonrisa cotidiana. Se les dijo a los alumnos que tal día deberían venir a por las notas aunque muchos de ellos ya las sabían. Yo llegué al colegio más tarde de lo previsto a recoger mis cosas, y justo en la puerta vi a Carol con dos de sus amigos esperando sentados en el porche. Noté que sus amigos hablaban entre sí, mientras Carol daba vueltas esperando, esperándome, pero tuvo que esperar un rato mientras yo hablaba con una compañera.
Cuando terminé, me acerqué a ella y le dije:
Carol! ¿Qué haces todavía aquí? ¿No te quieres ir?- pregunté en broma.
-Sí Inés, es que estamos esperando a unos amigos que nos vamos a ir a comer fuera, a pasar el día y bueno, yo he ido a ver a Diego, pero estaba con los amigos y no me ha hecho caso, y ahora te estaba esperando, me tenía que despedir de ti. Nos queda un buen verano por delante.
-Venga no seas así, que yo aún estoy aquí todo junio, además que cuando vengas a por las notas nos veremos, yo aquí voy a estar. Incluso si algún día te aburres mucho, o tienes algo que decirme, puedes venir a verme y hablamos un rato.
-¿En serio?-Carol recibió en ese momento un atisbo de esperanza e ilusión, se le hacía demasiado duro separarse de repente de quien había sido su bastón durante más de seis meses, sobre todo por lo mucho que me quería, aunque nunca me lo ha demostrado.- Algún día te vendré a ver, te haré compañía, te daré textos para entretenerte, y cuando venga a recoger a mi hermano, tú irás a por Diego así que nos veremos,¿verdad?- dijo más que sonriente.-Y cuando recoja las notas, si no te encuentro, te buscaré.
-Por supuesto, estaré encantada, y pásatelo bien este día, nada de deprimimientos.
Conocía lo suficiente a Carol para saber sobre sus sentimientos.

8 de agosto de 2010

9. Un último presente.

Estábamos a jueves, el día antes de despedirnos del edificio, de las mesas, del curso, de los compañeros y amigos... Ese día había pensado dejarles libertad a los alumnos, así que cuando llegué a clase de Carol les sonreí y les dije que podían hacer lo que quisiesen, sin armar demasiado jaleo.
Al principio cada uno se juntó con sus amigos, pero vi a Carol que se quedaba quietita en su sitio, hasta que se decidió a sentarse al lado de unas compañeras y hablar sobre algún que otro cotilleo. Charlaban, y de vez en cuando nos mirábamos con una sonrisa, Carol tenía entre sus manos un plan que estaba a punto de descubrir.
Ya al final de la clase, cuando todos salieron disparados hacia el patio, Carol me pidió un segundo de mi vida, y me hizo una gran ilusión lo que pasó a continuación.
-Hola Inés, mira te traigo una cosita para ti...- Carol me tendió una cartita de las suyas, pero no había terminado. Sin más palabras, sacó de su bolsillo una pequeña bolsa de seda, y me la dió.- Es mi regalo para que te acuerdes de mí, porque te lo mereces por lo mucho que has cuidado de mí.
-Carol no tenías que regalarme nada-dije mientras lo abría. Era un precioso collar de flores, de amichi para especificar. Me encantó, Carol tenía buen gusto, y según me explicó, sabía que me gustaban los collares, siempre llevaba alguno.- Carol no tenías porqué, enserio...
-Lo hago porque quiero, porque me has cuidado mucho durante este curso, y te lo mereces.
-Pero es mi obligación...
-No, no lo es.- respondió serena Carol.- Tú obligación es enseñarnos, no cuidarnos, ni ayudarnos con los problemas, eso es sólo algo que hacen las mejores personas, como tú.
Me limité a sonreír, no discutí más, únicamente le pedí que fuese feliz, afrontase los problemas como ella sabía, con delicadeza,sutileza y sonriendo.
-Voy a echar de menos estas charlas al final de la clase, no sólo en verano, el año que viene ya no me darás clase y....
-No te preocupes, siempre estaré aquí, y por los pasillos.-dije dándole dos besos de despedida. Pero sólo hasta pronto.

5 de agosto de 2010

8. Ausencias transitoras

A los pocos días de las fiestas de mi pueblo, las cosas se habían suavizado bastante. Todo estaba más relajado y Carol estaba mejor de ánimos, a veces sobrecargada de malos pensamientos hacia varias de sus amigas, pero según lo que me contaba, y yo me fiaba de ella, las culpas eran de sus amigas, aunque puede que estuviese a veces obsesionada. Estos días mi Diego estaba malo, así que lo deje en casa con su padre, pero pasamos varias veces por urgencias. Carol se preocupó bastante, preguntándome diariamente, insistiendo en ayudarme, y viendo mi cara de ansiedad. Hasta que llegó el día que no fui al instituto...
Se puede decir que Carol tuvo una intuición de esas femeninas, porque ese día llegó con el presentimiento de que o Diego estaría peor o no me vería. Y así fue, ese día no les di clases y sé que no se preocuparon mucho, a excepción de Carol pues salieron antes de la hora prevista. El día siguiente me sustituyó una compañera, y Carol preocupada le preguntó que si Diego estaba peor, o si sabía algo sobre Inés, a lo que le contestó que eran asuntos personales, puede que incluso con un tono amargo en la respuesta. Al tercer día, mi alumna estaba de los nervios sin tener noticias, por lo que decidió arriesgarse y preguntarle a otra profesora con la que,bueno, se llevaba bien. Así fue como se enteró de que tenía a mi hijo ingresado en el hospital, pero no sabía el motivo, y ya estaba tirándose de los pelos de los nervios. Pero al día siguiente ya me tenía allí, Carol me dijo que creía haberme visto asomada a la puerta de su clase por la mañana temprano, pero eran las ganas que tenía de verme que no sabía si era real o su imaginación, aunque no fue un espejismo cuando bajando las escaleras las vi preparándose para la última dosis de la vacuna de los 15. Fue notar movimientos detrás de ella, y Carol se giró lo que provocó una sonrisa, la más grande de todas. Me preguntó enseguida por Diego, que se había enterado y que estaba preocupada, que cuando vendría, que le regalaría algo, que no me preocupase, que descansase... Luego llegaron las demás amigas y compañeras de Carol, pero ninguna tanta, ni una décima, de su preocupación. Por supuesto, ese día no me dejaron dar clase, por su bienestar, no por el mío. En cambio Carol no dejó de deleitarme con su más preciosa sonrisa.
A partir de ese momento, Carol bajaba todos los días que podía a ve a Diego, a pasar un rato con él, a jugar, a enseñarle, a reírse juntos... Hablaron sobre la hora, sobre plátanos, sobre su mascotas, y Carol siempre llegaba con un nuevo regalo. Parece que a Inés no era la única a quien Carol había cogido cariño.
La pena es que el curso ya llegaba a su fin, y en un principio, el futuro que nos deparaba no era muy bueno para este cariño.

2 de agosto de 2010

7.Un chico encantador

Fue de esos jueves en que empezó a cambiar el tiempo, que si jersey de cuello alto, o camisetas arremangadas. Esta vez me tocó pasar la última hora en una clase de 2º de secundaria, unos mocosos pero simpáticos, no nos conocíamos y bueno, no era plan de tenerles con ejercicios hasta el cuello para un rato que quedaba. Carol me seguía acompañando en esa hora, y esta vez nos dedicamos a hablar ya que ninguna hacía nada importante. Leí uno de sus textos, espectacular, fue por el cual me enteré que era ella la que escribía y no que los buscaba en Internet, aún me quedé mucho más asombrada. Luego se sentó en mi silla y empezamos a realizar una especie de radar de los compañeros de Carol, sobretodo de sus amigos, su grupo, o sobre la nueva colocación. También se desahogo un poco.
Este mismo día hubo un gran malentendido en su clase, un alumno arrogante y grosero, salió de sus vías y se empotró contra el jefe de la estación. Me dirigió una docena de insultos, yo le hubiese seguido, pero me abstuve, y le eché. Salimos y me lo llevé a la directora. Fuera se le acabó el combustible, dijo que no era necesario, se me puso a llorar, pero las palabras duelen, incluso a una profesora que había visto de todo. Pero también duele que los demás alumnos se callen, como si no hubiesen visto ni oído nada. Duele incluso por parte de Carol, aunque sólo hasta un punto. Después del enfrentamiento bajé al patio, donde se relajaban los alumnos, y estuve contándole lo sucedido a la tutora de Carol y su clase, cuando Carol llegó.
-Hola-se dirigió a las dos.-Inés, ¿cómo estás con lo de Miguel?
-Pues la historia no sé como habrá acabado... La directora pondrá el punto y final, luego irá a daros una charla sobre ese comportamiento, también iré yo, y la tutora- dijo señalándola.-Aunque vosotros deberíais haber dicho algo también...
-Puede que sí,pero créeme, nos quedamos en tal estado de shock como tú, en blanco, jamás pensamos que sería capaz de decir tales barbaridades. Lo siento...
Ya después del sermón, en la última hora que estuve con ella, hablando de todo lo que dije al principio, me volvió a pedir perdón,y unas cuantas veces, hasta que la convencí que no pasaba nada, que ya todo había pasado. Al final sonó el timbre, hora de ir a casa. Le cogí la mochila a Carol, y ella preocupada me dijo que si me ayudaba con el maletín, negué, no podía coger peso y la estaba ayudando. No alardeo, creo que era lo más justo que debía hacer por ella. Fuimos a recoger a Diego,su hijo, luego la acompañé hasta donde dejar la mochila. Nos despedimos con un gran gracias.

1 de agosto de 2010

6. Un día 6.

Me parece que ocurrió un jueves, un día 6, tampoco me acuerdo si fue abril o mayo, pero Carol estaba derrotada, y su humor por los suelos.
La clase fue pesimista y aburrida, inclusive para mí. Una vez en que yo necesitaba una razón de los hechos, le pregunté a Carol que si le pasaba algo. Por culpa de la pregunta, provoqué la mirada de todos sus compañeros hacia ella, pero Carol dejó sus intereses dentro de si, y contestó que no pasaba nada, que estaba bien, aunque se notaba a kilómetros que no era cierto. Aún así vino a verme al final de la hora, sin ánimos, sin textos, sin nada que decir, llegó allí con un hola distraído.
-¿Qué te pasa Carol, algún problema?-insistí preguntando.
-Pues la verdad, es que... hoy no es de mis mejores días, estoy triste, sin ganas...
-Sabes que si te puedo ayudar, haré lo que esté en mis manos, puedes contarme lo que quieras.
Me miró preguntándose si debería contármelo o no, y se decidió por responderme agachando la cabeza y negando arrepentida. Luego, se fue sola bajando hacia el patio.
Carol se sentó en el suelo, en la esquina de la puerta de la entrada, al principio intentó tragarse las amargas lágrimas, pero luego salieron disparadas y no pudo más. Lo único que consiguió fue pedir la ayuda de Teresa, una de sus mejores amigas, que cuando llegó no pudo más que encogérsele en corazón, y abrazar a Carol tan fuerte como era capaz. Estuvieron de pie abrazadas, Carol llorando y Teresa recogiendo las lágrimas durante un espacio de 10 minutos, y a mí me derrotaba pensar que yo no había podido hacer nada por Carol, mientras que otras personas con un abrazo lo decían todo. Luego, Teresa cogió a Carol de la mano y se la llevó a donde ella estaba, se sentaron y junto con Clara y otras amigas empezaron a ir cambiando de tema, hasta que Clara tomó las riendas y le preguntó:
- Es por Inma, ¿verdad Carol?
Por primera vez en la conversación Carol levantó la cabeza y asintió.
- Hace hoy medio año que se ha ido, y yo la sigo echando de menos. Y lo que más me duele es que le tengo el mismo cariño a Inés que a Inma, y pensar que al querer así lo único que hago es sacar a Inma de mi corazón y sustituirla por Inés, pero eso no es así, pero ya tampoco podría olvidarme y despedirme de Inés. El cariño que le tengo a las dos es insoportable,pero acogedor a la vez.
Sonó la campana, Teresa acompañó a Carol a su clase haciéndole prometer que no derramaría más lágrimas, y lo hizo pero el corazón seguía doliendo,aunque esa duda que tenía jamás me la confesaría.
Inma fue mi sustituta durante mi baja, no llegué a conocerla en profundidad, pero me dijeron que todos sus alumnos la querían mucho.