31 de julio de 2010

5.Regreso indefinido.

Carol pasó siete días de calendario en un estado de relajación enfermiza. A ella nunca le había gustado estar enferma, estar en casa sin hacer nada, sola por las mañanas y esperando alguna que otra visita inesperada.
Volvió al colegio con ciertas dudas, un examen por delante ese día a primera hora, y la negación de su madre de volver tan pronto. Se le exigían varias cosas entre las que dicen todas las madres preocupadas por sus hijos. Ten cuidado, no corras, no saltes, no hagas ninguna tontería etc... Pero Carol debía pasarte unos dos meses sin hacer gimnasia, utilizar el ascensor que tardaba horas eternas en subir y bajar, no coger peso, por lo que agradecerle a su maravilloso amigo el esfuerzo de todos los días de bajar los kilos de mochila en libros... Pero la emoción, abunda en todos lados menos en las prohibiciones.
Cuando llegué a mi clase, encontré a alumnos bastantes emocionados sin motivo alguno, o muchachos aún con la libertad en el cuerpo del recreo. Tenía a varios de ellos alrededor mío atosigandome como mosquitos en busca de su presa, cuando la vi a ella también a mi lado, con el justificante innecesario de su ausencia. Realmente,ese día olvidé mis obligaciones y mi reputación como profesora,pues dejé camino a los sentimientos, y lo primero que hicé fue darle un abrazo y decirle que me diese dos besos, con la alegría desbordando por ambas partes. Me contó con pelos y señales que y como había sucedido, que se encontraba bien, y empezamos la rutina otra vez. Pero una rutina diferente.
El jueves Carol tenía un problema, empezaban las clases de educación física, y ella se negaba en cuerpo y mente a pasar una hora sentada en las frías gradas del polideportivo, así que después de preguntarme si podría quedarse conmigo durante esa clase, sin molestar ni nada, y unas cuantas preguntas más para que su idea pudiese ser acepetada, funcionó. Pasó jueves conmigo durante dos meses, siempre le dedicaba alguna bromilla, o una sonrisa, o le dedicaba unas palabras cuando Carol miraba la pizarra de bachillerato como un enigma imposible de descifrar. A partir de estos días supe mucho más sobre Carol, y ella sobre mí, sobre Inés.

1 comentario:

  1. Pobre Carol, tiene que tener cuidado. Pero por lo menos no se aburre sola sentada viendo como los demás hacen gimnasia.
    Mu gusta mucho y estoy deseando leer más.
    Un beso.

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