28 de julio de 2010

3.Nueva sonrisa

Habían pasado varios meses desde que emepecé,Carol se había vuelto más ufana y el color aceituna de sus ojos brillaba aún buscando la alegría que la colmaría, pero se la veía, yo por lo menos, con un aire diferente y una sonrisa positiva en la cara, últimamente diaria. Yo, Inés, no sé tantos pensamientos de los que escribo, pero creo reconocerlos en ella, aunque muchos de los que os relataré, no los sé, ni supongo, nunca sabré de ellos con el futuro que nos espera. En este tiempo aprendimos a confiar en las verdaderas personas, a mantener los secretos encerrados pero en libertad, y a reír de verdad.
Carol, a sus casi quince años,era más madura que muchos adultos insolentes que hay en este mundo, pero también tenía la inocencia de los niños de tres. Era tranquila y trabajadora, adorable. Tenía talento para escribir, de cuyos textos pude leer decenas de ellos durante bastante tiempo, todos impresionantes, muchos dedicados a personas, como a mí, o sobre la realidad dura de la vida, reflexiones a las que muchos querríamos llegar, y lo único que hacía falta para tener en mis manos sus papeles llenos de crucigramas de letras era que la tarde anterior Carol hubiese estado inspirada, pues llegaba a mí con su nueva sonrisa y me decía una frase que creo que me la he aprendido de memoria,más bien una conversación.
-Inés...- empezaba tímidamente los primeros días- te traigo un texto, cuando tengs tiempo, y sin agobios podrías leerlo, y decirme tu opinión, cuando puedas.
En esos momentos, a una se le escapaban las fuerzas del cuerpo y se rendía ante la dulzura de Carol, y encantaba estaba que me brindase sus historias. Cuando ya la confianza se estrechó bastante, la frase cambió por entero. No faltaba el respeto, pero tampoco la maravillosa sonrisa.
-Hola Inés,¿qué tal? Te traigo otro de los textos, guárdalos bien ¡eh!- la confianza se gana en mucho tiempo, tal vez esto fuese una excepción, ¿pero notáis el cambiazo de Carol? No es que antes fuese una chica solitaria ni triste, y tampoco quiero ser egocéntrica, pero creo que le vino bien mi compañía. Carol me ha descrito muchas veces mi sonrisa, y además que deseaba tener una como la mía, pero creo que no se da cuenta de la preciosidad de la suya. Ahora sólo me faltaba descubrir el por qué de la fatiga de su corazón, que seguía derramando sangre por las heridas aún sin cerrar, y para mí era un sin vivir.

6 comentarios:

  1. La historia pinta bien ;)
    Siento no haberme pasado antes pero es que andaba liada!
    Sigue con ella!

    ResponderEliminar
  2. Guaau, me encanta la historia
    te sigo!

    ResponderEliminar
  3. Me gusta como va la historia! :)

    Gracias por tu comentarios!

    ResponderEliminar
  4. Creo que todos los lectores nos rendimos ante la dulzura de Carol :)

    Un besito color púrpura

    ResponderEliminar
  5. Me gusta este capítulo, Carol debe sentirse orgullosa de tener a alguien como Inés a su lado, y creo que Inés también de tener a Carol.
    Son...complementarias, parece.
    Un beso.
    P.D: Voy al ordenador de mi madre a ver si puedo poner el premio, pásate mañana que lo tendré casi seguro, y ves para quien es.

    ResponderEliminar
  6. Gracias chicas(:
    Ya leí el blog Blanca, precioso, gracias

    ResponderEliminar

Es un placer que estés comentando. :)