5 de mayo de 2010

Visión de pájaro


Fue esa sensación de libertad. Ese cosquilleo en la barriga al subir, alto, muy alto; por encima de las montañas, sobre las nubes y tener la vista de los pájaros. Ver cómo disminuyen los altos edificios, los largos ríos, los camiones por la carretera, las personas caminando; y sentir que tú, cómo una ave con tu propia fuerza ves el mundo, tu ciudad cómo un pequeño juego de playmobil.
Ya has llegado a lo más alto, se mantiene y tienes la seguridad de permanecer allí durante horas. Tranquila, y sentada, tu mirada se dirige a la ventana; puede haber un sol espléndido y que sus rayos te alcancen, que choquen contra el ala y reboten en ti, calentándote, sintiendo que nunca has estado tan cerca del Sol, y que él nunca ha derrochado tanta energía; o sin embrago te podrías encontrar atrapada entre nubes, esperas, grises, que al atravesarlas tienes la sensación de sacar la mano, tocarlas, cómo las nubes de algodón de azúcar, ver cómo ese vapor atraviesa tu mano dejando sólo el recuerdo, mirando cómo al pasar a través de ella, la temperatura disminuye, no sientes el calor del Sol y las ventanillas se cubren de agua fría, escarcha, hasta que se acaba y vuelves a ver, a sentir como los rayos de Sol llegan al avión, pero ésta ver, al mirar atrás, puedes vislumbrar como la nube que acabas de atravesar se te echa encima, pero el avión es más rápido y te invade esta tranquilidad que no te hacer ver el peligro, sólo la belleza.
Puedes observar como las nubes no son como te imaginabas. Aquellos playmobils que veías no tienen la misma visión. Ellos las calificarían planas, gases, vapor de agua, que tapan el Sol. En cambio, la definición de una nube, desde arriba, desde los pájaros, es más viva, más plena, es la correcta. Vapor de agua, sí. Ocultan el Sol, sí. Pero no planas, tienen cada una, una forma especial, como la nata recién echada, como el algodón, o con formas extraordinarias si tu imaginación se desborda, y son como la plastilina para darle la forma deseada.
Es la visión de los pájaros, desde arriba, muy arriba, la que cuando somos playmobils despreciamos como si de basura se tratase, o como si fuese un cielo ordinario, el mismo todos los días.

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