3 de abril de 2010

La rana y el sapo.

Había una vez, cuando las historias de fantasmas daban miedo, y los niños tenían que dormir con la luz encendida por miedo a cualquier sueño, alguien me contó una historia, una historia que la convertimos en realidad, con personajes vivos, sus nombres y apellidos, y cada vez que surgía alguna palabra clave de la historia en una conversación, nos mirábamos cómo lo hacíamos tú y yo, un poquito de felicidad radiante, y esa risa contagiosa.
Hace mucho cuando se creó el mundo, dejaron a cargo de "la muerte" a un pequeño y verdoso sapo. Un día, el sapo estaba cansado de esperar a nadie, aburrido, y en uno de los momentos del día, presa de angustia y sin hacer nada, pasó por allí una rana, que viendo el frasco, sintió curiosidad, quería verlo, muchas ganas tenía ella, pero el sapo tenía en la conciencia el no poder dejar a manos de nadie algo tan importante. Pero la rana tenía bajo la "manga" su más poderosa arma, empachar. Así que al final, el sapo le dejó el frasco a la rana, pero en el intento éste cayó, rompiéndose en mil pedazos, dejando libre la muerte. Por eso, ahora somos mortarles. Esta es la historia de la rana y el sapo. Nuestra historia.
Fíjate cómo de años vividos, de dibujos regalados, de historias contadas, malas pasadas, enfermedades soportadas, y día a día a tu lado, salen páginas repletas de letras. Letras que, como si de un jeroglífico se tratase, pocos podrían leer, porque ambas sabemos lo que vale la amistad, lo que es guardar un secreto de por vida, estar pendiente la una de la otra. Así que más da, si está bien o mal, si contigo se está (L)

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