12 de diciembre de 2010

Anne

Anne caminaba bajo la luz de la Luna llena y las diminutas estrellas. Las calles de Londres, sin ciudadanos vagabundos ni sonámbulos deambulando por ellas, Anne se sentía una extranjera en aquella ciudad que la conocía desde los 3 años que su familia se había mudado allí en busca de trabajo en medio de la época de la Revolución Industrial. Ahora ya, con casi 17 años cumplidos, la muchacha solía caminar en las noches de luna llena para conocer la parte oscura de la capital de Inglaterra. Aunque bajo la luz de las brillantes estrellas de esa noche, no tenía nada de oscura.
Para conocer a Anne, no hacía falta visitar su pequeña casa en las afueras, ni conocer los pocos estudios que poseía, ni ver a su familia destrozada... Teníais que ver su sonrisa, brillaba más que la estrella polar, deslumbraba más que la luna en su máximo esplendor. Destacaba el carmín de sus labios, que junto con la dulce voz que desprendía la hacían la mujer con la boca más perfecta, además su corto pelo rizado, a veces recogido en una pequeña coleta que para los que la conocían, aún se sentían incómodos al verla con ella, y muchas veces no podían evitar posar su mirada en ella, y no le faltaban admiradores, pero Anne no quería nada más que una Luna que la cuidase, y una estrella que la guiase.
Sin embargo, las manos de Anne estaban duras, con arrugas y arduas de tanto trabajar, era indispensable la ayuda de todos los miembros de la familia para poder sobrevivir en aquella penuria sin condiciones sanitarias ni de higiene para las clases más pobres. Las uñas las presentaba rotas y sucias, llenas de tierra. La palma de la mano estaba repleta de cicatrices y arañazos, algunos aún con el color rojo de haber surgido en el más cercano presente. A pesar de ello, Anne, un día al mes si sus pequeños ahorros se lo permitían, viajaba un poco al este de la ciudad, y en un pequeño arroyo, hundía sus manos en el agua, y las dejaba en remojo tanto tiempo como considerase que la vuelta la realizase con la luz del Sol. Las manos, de todas formas, no la hacían perder ni pizca de la belleza que poseía.
Claro que sí, lo que le hacía destacar, considerarse fuera de su época, lo que la impulsaba a sobrevivir, era la fuerza de su locura, su amor por la naturaleza, su risa en las calles, las lágrimas en los ojos de las personas que la miraban, el corazón palpitando en el corazón de cada chico que se fijaba en su belleza, la fuerza con la que realizaba cualquier deseo que se le presentase en su mente, la valentía con la que demostraba al mundo que éste puede cambiar, y el amor que le tenía a los paseos bajo la luna llena... Era una locura que muchos la consideraban bruja, ella se consideraba ÚNICA.
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Muchas gracias por el premio Blanca, eres encantadora.

6 comentarios:

  1. Me encantaria conocer a Anne, por su sonrisa :)


    (te dejo terrones de azúcar
    para que tengas dulces sueños)

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  2. te lo mereces es un buen relato.! yo tambn envie uno q al leer lo del concurso me llamo la atencion era algo muy corto.!!

    en fin jaj besos lunaticos tenia tiempo sin leerte =)

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  3. En un concurso no cuenta quien eres, sino como hagas lo que había que hacer. Tu texto era buenísimo, así que te lo merecías.
    Felicidades.
    Un beso.

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  4. Te mereces mil premios más, porque escribes genial.

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  5. que bonito!

    te sigo

    http://hoyquierooserfeliz.blogspot.com/

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Es un placer que estés comentando. :)