5 de agosto de 2010

8. Ausencias transitoras

A los pocos días de las fiestas de mi pueblo, las cosas se habían suavizado bastante. Todo estaba más relajado y Carol estaba mejor de ánimos, a veces sobrecargada de malos pensamientos hacia varias de sus amigas, pero según lo que me contaba, y yo me fiaba de ella, las culpas eran de sus amigas, aunque puede que estuviese a veces obsesionada. Estos días mi Diego estaba malo, así que lo deje en casa con su padre, pero pasamos varias veces por urgencias. Carol se preocupó bastante, preguntándome diariamente, insistiendo en ayudarme, y viendo mi cara de ansiedad. Hasta que llegó el día que no fui al instituto...
Se puede decir que Carol tuvo una intuición de esas femeninas, porque ese día llegó con el presentimiento de que o Diego estaría peor o no me vería. Y así fue, ese día no les di clases y sé que no se preocuparon mucho, a excepción de Carol pues salieron antes de la hora prevista. El día siguiente me sustituyó una compañera, y Carol preocupada le preguntó que si Diego estaba peor, o si sabía algo sobre Inés, a lo que le contestó que eran asuntos personales, puede que incluso con un tono amargo en la respuesta. Al tercer día, mi alumna estaba de los nervios sin tener noticias, por lo que decidió arriesgarse y preguntarle a otra profesora con la que,bueno, se llevaba bien. Así fue como se enteró de que tenía a mi hijo ingresado en el hospital, pero no sabía el motivo, y ya estaba tirándose de los pelos de los nervios. Pero al día siguiente ya me tenía allí, Carol me dijo que creía haberme visto asomada a la puerta de su clase por la mañana temprano, pero eran las ganas que tenía de verme que no sabía si era real o su imaginación, aunque no fue un espejismo cuando bajando las escaleras las vi preparándose para la última dosis de la vacuna de los 15. Fue notar movimientos detrás de ella, y Carol se giró lo que provocó una sonrisa, la más grande de todas. Me preguntó enseguida por Diego, que se había enterado y que estaba preocupada, que cuando vendría, que le regalaría algo, que no me preocupase, que descansase... Luego llegaron las demás amigas y compañeras de Carol, pero ninguna tanta, ni una décima, de su preocupación. Por supuesto, ese día no me dejaron dar clase, por su bienestar, no por el mío. En cambio Carol no dejó de deleitarme con su más preciosa sonrisa.
A partir de ese momento, Carol bajaba todos los días que podía a ve a Diego, a pasar un rato con él, a jugar, a enseñarle, a reírse juntos... Hablaron sobre la hora, sobre plátanos, sobre su mascotas, y Carol siempre llegaba con un nuevo regalo. Parece que a Inés no era la única a quien Carol había cogido cariño.
La pena es que el curso ya llegaba a su fin, y en un principio, el futuro que nos deparaba no era muy bueno para este cariño.

7 comentarios:

  1. Seguro que en verano podría seguir visitándolo, no? :)
    eso espero!

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  2. Por Dios, que cosa más mona. Me encanta!

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  3. Espero que si haya tiempo en verano!
    Besos Clau!!!!

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  4. Sólo queda vivir el ahora entonces :-)

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  5. Madre...He llegado de vacaciones y me he encontrado con 3 capítulos nuevos. Me ha hecho ilusión, ya tengo algo que leer.
    Te está quedando muy chulo. Sigue con las historia. ;D
    Un beso.

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